Espacio de contradicciones. Los médicos, enfermeras y asistentes a pesar de su rol protagónico en salvar vidas, lucen como apariciones fantasmagóricas en su fugaz correr por los pasillos. Se vive un ambiente lúgubre, pequeñas ventanas y luces mortecinas lo acentúan.
No hay tiempo para preocuparse por lo que los rodea. Llega la ambulancia, suena una alarma anunciándola. Por otro lado, un familiar preocupado pregunta a una enfermera en la puerta de la sala de emergencias. El paciente entra a la sala de observación y se decide enviarlo a cirugía.
El frenesí del subterráneo parece detenerse por un segundo, el sector de pabellones (un par de pisos más arriba) es otro mundo. Silencio, cautela, concentración en un principio.
La extracción del apéndice va bien, uno de los integrantes del equipo de operación decide amenizar con un poco de música. Las enfermeras realizan las últimas anotaciones finalizada la cirugía. Mientras, uno de los asistentes limpia la sala.
Respiran… ya llevan más de un día de turno. Las enfermeras se reúnen en una de las únicas salas iluminadas naturalmente. Ven televisión, conversan, comen un poco...
...hasta que una nueva llamada de la sala de emergencias las lleva a los oscuros pasillos otra vez.
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