miércoles, 3 de octubre de 2007

Autorretrato



Desde chica que fui muy apegada a las reglas. No creo haber hecho alguna travesura grave, además de esconderme una vez que dije una grosería a los 6 años. Tenía miedo que me castigaran…y creo que aún no se me quita. Mi educación siempre fue muy estricta, exigente. En el colegio jamás dejé de leerme un libro, de hacer una tarea. Incluso le pedía permiso a mi papá por teléfono para prender el televisor cuando estaba sola. ¿Exagerada, mamona, perna? Tal vez. Todo esto me llevó a ser enfermizamente autoexigente, le tengo poca tolerancia al fracaso y aprendí a ser igual de estricta con los que me rodean. No lo puedo evitar. Bueno, no es para menos cuando tu papá es carabinero y tu mamá proviene de familia alemana.

Cuando llegué a la adolescencia comenzó el proceso de cambio, la lucha contra mis padres y búsqueda del yo. Según ellos me puse rebelde, “oscura”. Miro hacia atrás y creo que fue un proceso completamente necesario y sano. A los 14 años, cuando te cuestionas mil cosas y otras más suceden a tu alrededor, te debes liberar de alguna forma. Más allá de un alboroto injustificado, pienso que fue una forma de decirles que ya no temía y que opinaba de forma diferente. Me vestí de negro, escuché metal, me junté con tipos de pelo largo y tatuajes, fui a fiestas con amigos que NO eran del colegio, me teñí el pelo negro, escribí poesía grotesca, leí relatos de Arthur Rimbaud, usaba bototos y odiaba el sol (eso aún lo hago). Fue una etapa en la cual me encontré, volví fuerte, hice escuchar mi voz.

Los años pasan y creo estar hoy en un equilibrio. Mis acciones y pensamientos se pasean entre estos dos lados de mí, sólo que a veces extraño mi infancia. Una vez, un personaje me puso un apodo: “gazapo rabioso”. Son las crías de los conejos, el adjetivo es algo obvio.


“Sueños que se confunden con la realidad, o viceversa. Hoy recordé juegos infantiles que permanecían escondidos. ¿Será la tímida luz del invierno? Nostalgia en mis manos.
¿Por qué temo? Descubrí que el miedo crece con los años. ¿Será por que la muerte está cada vez más cerca? Y a pesar que todo se veía más grande, saltaba desde el abismo intentando volar. Que graciosas las expresiones de aquellos que no notaban mi pequeña presencia. Las fantasías cubrían la realidad con un velo cálido, con una sutil luz. Quiero volver a esconderme en mi caja de cartón, esa que botó mi madre unas semanas después. Recostarme en mi cama y dejar colgando mi cabeza hasta sentirla hinchada de sangre. Comprar discos de vinilo y porotitos de dulce multicolor. Atrapar un pájaro que me picotee los dedos, alimentarlo y dejarlo ir. Retar a mis vecinos cuando se suban al árbol frente a mi ventana. Quiero mi “matacucos” amarillo y las calcomanías de ángeles que pegaba en mis muebles.”

5 comentarios:

Daniel Castell Gutiérrez dijo...

Noooooo, la foto buena!!
Muy tu Marlene. Siempre te lo he dicho. Esa gótica, metalero NEO MEJOR NO LO DIGO, áún sigue por ahí.

Saludos

Daniel

Anónimo dijo...

wenisima la foto y lo q escribiste. eso si yo te habria pintado las uñas negras =)

saludos marlene =)

besos, cota

charquican dijo...

Marlene:

Se palpa que realizaste un trabajo de instrospección potente. La autenticidad de tu puño le da fuerza a tu trabajo, el cual posee coherencia entre texto e imagen. Se refleja en los detalles de tu composición a la hora de producir la fotografía. Hay un lenguaje en los elementos que escogiste y éstos se entrelazan en tus líneas y en la foto final. Mejoraría la luz para darle más profundidad a la foto.

Lily Peromarta Urzúa

diario de un caminante dijo...

Un texto potente que se agradece, tanto como la producción y la puesta en escena. Buen trabajo.

diario de un caminante dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.